Que el árbol no tape al bosque, porque se pasa de importador a exportador de gas

Jueves, 26 de Octubre de 2023

Argentina esta a poco y nada de convertirse en un exportador regional y con posibilidades ciertas de global, vía proyecto GNL. Políticas de estado y obras, explican el presente.

El árbol no debe tapar el bosque. En función de esta frase, se podría decir que más allá de la delicada macroeconomía que vive la Argentina en materia de producción y exportación de gas existe un camino muy promisorio.

Los datos son elocuentes: mes a mes crece la producción de gas natural en la formación Vaca Muerta, y a partir de la construcción e inauguración de la primera etapa del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) y sus 573 kilómetros de extensión, ya provocó en lo que va del año un ahorro de importaciones de energía por u$s 550 millones de dólares, según informó la Secretaría de Energía de la Nación.

Y cuando se cierre el 2023, se podrá decir que habrá, aproximadamente, unos 100 millones de dólares de superávit en la balanza energética del comercio exterior. Es decir, se exportó más de lo que se importó, según estimó el mismo organismo gubernamental.

Las proyecciones son aún más auspiciosas para el 2024, cuando se prevé alcanzar un superávit del orden de los u$s 3.793 millones de dólares. Dicho balance positivo será posible con la finalización de dos obras claves: el segundo tramo del GPNK y el Reversal del Norte Estos proyectos permitirán llevar gas natural desde Vaca Muerta a siete provincias del centro y norte del país, y sustituir así las importaciones de gas desde Bolivia.

Los motivos del presente

Para entender la actualidad y observar el futuro, se debe enumerar los motivos y políticas públicas que llevaron a esta situación. Que es muy distinta frente a los años 2021 o un 2022, donde el ahogo energético y la sangría de dólares para importar energía estranguló las reservas monetarias.

Los tres factores, con los cuales coincidieron diversos panelistas en la última Exposición y Congreso de la Oil & Gas de Argentina, son los siguientes: el desarrollo de Vaca Muerta y la explotación de gas no convencional a partir de tecnología e inversión; La apuesta marcha y el horizonte de previsibilidad que generó el Plan Gas.Ar; Y, por último, la reciente inauguración del primer tramo del Gasoducto GPNK, sumándose las dos obras que están en proceso de licitación: el segundo tramo que une Saliqueó (Buenos Aires) con la ciudad de San Jerónimo (Santa Fe) y la hora de Reversión del Gasoducto Norte.

A partir de esos tres pilares uno podría destacar que la Argentina mira en las próximas décadas el futuro energético de otra forma. 

Y esa perspectiva positiva está dada, a su vez, por las voces de los propios CEOs de las principales productoras de gas y petróleo. Por ejemplo, Marcos Bulgheroni, CEO Panamerican Energy (PAE), precisó que Argentina “avizora no sólo un perfil de exportador regional, sino también global”.

Y esa situación se debe, a palabras del CEO de YPF, Pablo Iuliano, al decir que el presente del gas no convencional de Vaca Muerta se debe a la alianza estratégica con Chevron, en el 2013, tras la estatización del 51% del paquete accionario de la petrolera estatal. Y que dio como resultado “ser la primera formación no convencional, fuera de los Estados Unidos, en producir gas y petróleo” con los conocidos niveles de calidad y cantidad.

Y el otro punto que destacaron los CEOs de Sacde, Techint y BTU, todas empresas que construyeron la primera etapa del GPNK, es la capacidad de Argentina de construir gasoductos, incluso en tiempo record, y que esa sinergia hay que aprovecharla y profundizarla en las próximas dos grandes obras: Gasoducto Norte y segundo tramo del GPNK.

Las exportaciones posibles

A partir de esta situación, es que en un informe que realizó la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH) estimó que para 2030 las exportaciones argentinas de petróleo y gas llegarán a u$s29.000 millones.

De acuerdo al informe, que fue elaborado por Nicolás Arceo, consultor especializado y autor del trabajo estadístico para la CEPH, este salto exportador implicará que para fin de la década el superávit comercial sectorial se incrementará a u$s25.000 millones.

Para lograr esos números, se necesitarán inversiones por unos u$s15.000 millones promedio anuales hasta el 2030, lo que significaría casi el 28% de las inversiones del conjunto de la economía argentina del 2022.

De hecho, tras 17 años se reanudaron en firme las exportaciones de gas a Chile, que se suman a las de petróleo, se viene las exportaciones a Brasil y los proyectos de GNL, tras el acuerdo entre YPF y Petronas.

Como se ve, la Argentina tiene a la brevedad una perspectiva que nos permitirá cambiar el paradigma de ser un país con gas y petróleo a otro de exportador regional, como mínimo, y hasta global.